DIGNITAT
Potser la crisi que estem vivint ens
porti a una altra manera de pensar en els altres, a una altra manera d’interaccionar.
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El capitalisme separa les persones en perdedors i guanyadors. La pobresa o riquesa no són només una qüestió econòmica, sinó que donen un estatus. I ser pobre no és només no tenir accés a cobrir les necessitats bàsiques, sinó una humiliació en tota regla.
Vaig fer una parada en el camí el dia
que vaig veure aquest vídeo:
Es tracta d’una iniciativa portada a terme per les
parròquies de Sant Eugeni I Papa i El Pilar, de Barcelona. El moment que em va
fer ‘parar-me en el camí’ va ser el minut 2:20 d’aquest vídeo, on Mn. Nino
Rodríguez-Rector de la parròquia de St. Eugeni I Papa, es refereix a les
víctimes de la crisi econòmica, com els ‘ferits de guerra’ de la nostra
societat que estem vivint.
El nostre sistema econòmic ha deixat molta gent
endarrere. Víctimes. Nens innocents que no podran realitzar els seus somnis.
Nens, que per més que hagin nascut en llocs ‘pobres’, son tan humans i per tant
amb els mateixos drets inalienables que els nostres fills. Nens les desgràcies
dels quals veiem com ‘fatalitats’ quan en realitat aquests problemes són la
conseqüència d’un model econòmic que la humanitat SÍ pot canviar. Tal i com bé
observa Mn. Nino Rodríguez, són ‘ferits de guerra’, víctimes. I no éssers diferents
a nosaltres a qui al destí ha atorgat menys dignitat.
En cada euro que gastem votem a favor del món que volem. No ho oblidem! Font.Creative Commons |
Creo que cuesta vernos en las desgracias del otro porque nos da pánico que nos pueda ocurrir a nosotros. Cerramos los ojos, miramos para otro lado, nos aislamos. Nos sentimos impotentes, nos justificamos. Hasta el punto que nos inventamos auténticas leyendas como esa tan extendida (que ni de niño me creía) que si tal o cual mendigo, al morir se descubrió que tenía varios millones (de pesetas)... Con este cuento he discutido unas cuantas veces porque me encontré con personas de confianza que afirmaban eso con toda seriedad, y entonces, les preguntaba: ¿Pero cómo lo sabes? Y se enfadaban y querían que yo hiciera un acto de fe en los que dicen que dicen... ¡Increíble!
ResponEliminaResulta incómodo leer este post, Elisa, y soy consciente de que yo mismo y personas muy próximas y a las que quiero podríamos acabar como a quienes se ve en el vídeo. O peor. Y es cierto, son víctimas de guerra, una guerra que se ha desatado sin ejércitos pero con similares consecuencias. En realidad, todos somos víctimas. Pero bueno, también apuntas caminos, pequeños gestos que están a nuestro alcance y, seguramente, multiplicándolos y perseverando se cambie algo. Creo que sí.
Desde niño, he escuchado historias de la guerra y de los años del hambre, y de la represión. Los otoños e inviernos de mi infancia y juventud eran muy desagradables, y la primavera parecido. En Asturias, por aquellos años, casi siempre llovía y muy pocas veces veíamos el sol, estábamos mucho en casa, oíamos hablar a las mujeres, y a amigas y vecinas que iban y venían. A mi abuela materna (Güeli) le oí muchas veces decir: “Manos que no dais, qué esperáis”. Y siempre que alguien llamaba a su puerta la abría entera y si algo pedían, algo daba: un bocadillo que le preparaba con una botella pequeña de leche, o de vino... Siempre. Y eso que a ella le asesinaron al marido, se quedó con siete hijos y la echaron de tres casas, con lo puesto. En fin. Es incómodo pero necesario y hay esperanza.
Gracias por remover la conciencia. ¡Saludos!
Hola Esteban:
ResponEliminaMe ha sorprendido mucho el relato sobre tu abuela porque me ha recordado historias que oía en mi niñez y que a mí me parecía que no podían ser ciertas. En la gran ciudad en que crecí, respirando buenas dosis de individualismo, parecen gestos imposibles. Quizás la crisis nos vuelva más empáticos y humanos y actitudes como la que cuentas dejen de ser 'increíbles'.
No dudes de que los 'pequeños gestos' pueden servir para algo. Nadie se hace rico vendiendo algo si nadie lo compra. Hace tiempo, hablando del lacra del narcotráfico que viven en Méjico, alguien me dijo que había una clara solución: que en los EEUU nadie consumiera drogas.
Y sí, tienes mucha razón al decir que huímos de los problemas de los demás como de la peste, miramos a otro lado,... pero no siempre será posible. Sobre esto de mirar a otro lado, no puedo dejar de poner un texto que siempre me ha gustado mucho:
Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a llevarse a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío,
Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar
(Martin Niemöller)
Y otra que también me gusta mucho.
Nuestra generación no se lamentará tanto de los crímenes de los perversos, como del estremecedor silencio de los bondadosos
(Martin Luther King)
Saludos!
¡Qué casualidad! (?) Conozco ambos textos (nunca sobra leerlos) y me gustan mucho.
ResponEliminaDifícilmente podremos hacer grandes cosas, pero como muy bien dices, todos podemos hacer pequeñas cosas cada día que, además, servirán de semilla en la conducta de otros. No siempre germinarán, pero muchas veces, seguro que sí.
¡Saludos!
Hoy mismo he tenido el gusto de comprar ropa en una tienda pequeña, donde la ropa estaba fabricada en la UE. Es muy importante apoyar al comerciante/productor local.
ResponEliminaHace poco alguien me decía que no sé en qué pueblo explicaban por qué no les había afectado la crisis en igual medida que en otros sitios: cada uno compraba a su vecino y no había 'centros comerciales', con lo que unos a otros se apoyaban y el dinero quedaba siempre en el pueblo.
Saludos!